La Santa Compaña

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En el verano de 1994, un niño y una niña se hallaban jugando en el barranco del pueblo a la hora de la siesta, cuando de repente, cuatro individuos vestidos de hábito negro con un sombrero cardenalicio del mismo color aparecieron bajando de la cuesta del Tesillo dirigiéndose hacia ellos denominando a los niños con la palabra "Gatos".

El muchacho tomó de la mano a la chica y fueron corriendo a los Pozos, pero pensando que allí no tendrían escapatoria, la llevó de frente por el Callejón del Gato. Se dieron cuenta que por más que corrían, aquellos hombres iban andando y conseguían recortarles distancia.

Finalmente, los dos muchachos llegaron a la casa del chico y subieron al dormitorio de los padres para despertarlos pidiendo socorro. Los hombres comenzaron a aporrear la puerta, pero cuando los dos adultos bajaron a ver de qué se trataba, los extraños desaparecieron sin dejar rastro.

Según las leyendas europeas más antiguas y del folklore castellano, estos hechos se corresponden con la Santa Compaña. Se trata de una hueste espectral que acude a los caminos para informar al que está allí que él o alguien cercano o familiar va a morir. En Suiza se dice que esta procesión de difuntos llama a la puerta de la casa y que se les tiene que abrir la puerta delantera y la trasera, para que entren y pasen de largo sin que traigan ningún mal presagio.

Lo que no termina de encajar en este testimonio es la denominación de "gatos" a unos niños. Lo que sí es cierto es que esa familia pocos días después sufrió la pérdida de un familiar.