HISTORIA



Orogénesis   ·   Prehistoria   ·   Pueblos prerromanos   ·   Época romana


RESUMEN GENERAL: 


PREHISTORIA

A pesar de que Huetapelayo tiene un entorno propicio para que hubiesen habitado seres humanos en sus incontables cuevas, a día de hoy no se ha encontrado ningún yacimiento arqueológico que así lo avale, pero podemos conocer cómo fue la vida tantos años atrás gracias a lugares cercanos en la provincia de Guadalajara que sí nos dan testimonio de habitantes tan lejanos en el tiempo.

Hace 150.000 años comenzó a habitar la especie del Homo neanderthalensis en la península Ibérica, viviendo aquí hasta hace 35.000 años, también con hábitos de caza y recolección además del inicio de la práctica de las ilustraciones prehistóricas en los techos de las cuevas, la pintura y el grabado rupestre, como podemos encontrar hoy en día en la Cueva de los Casares en el municipio de Riba de Saelices o en la Cueva de la Hoz en Santa María del Espino.

Ritual chamánico o un rito de iniciación de inmersión acuática en la Cueva de los Casares.


ÉPOCA CELTÍBERA

En el territorio del actual Huertapelayo habitaban durante la edad de los metales algunos grupos indígenas íberos como los lusones, los arévacos, los bellos o los titos, siendo el primer pueblo el que sea más probable según las indicaciones de los textos de Estrabón,​ que los sitúa en Luzón y Luzaga extendiéndose hacia las fuentes del río Tajo. Estos cuatro pueblos pertenecían al área cultural de los celtíberos, grupos de humanos autóctonos salpicados por la segunda oleada de migración de la cultura celta del norte de la Península hacia las cuencas del Ebro y el Tajo cerca del año 650 a.C., siendo finalmente entre los años 600 y 550 a.C. cuando los belgas desde el río Jalón celtizaron a los lusones y los arévacos.

Finalmente, desde el siglo VI hasta el I a.C. proliferarían los castros en el territorio. Son las tradiciones celtas las que han quedado en la cultura popular de la actualidad, en numerosas ocasiones adoptadas por la Iglesia para facilitar su inclusión en el territorio. Los lusones, arévacos, titos y bellos basaban su actividad económica en la agricultura (olivo, cebada y cereales), en la ganadería (cabras, cerdos y ovejas) y la industria textil con la fabricación de sayos. Los belgas del río Jalón aportaron a estas poblaciones el desarrollo de la metalurgia, incluyendo la fabricación de armas de hierro y rituales guerreros.

Encontramos un yacimiento celtíbero próximo a Pelayo, en el Cerro de La Cabeza en Zaorejas. Data de los siglos IX al V a.C. quedando sólo vestigios del muro y del foso.


ÉPOCA ROMANA

Es de este período del que podemos aseverar con rotundidad que Huertapelayo ha sido habitado desde épocas antiguas. El vestigio más relevante y contundente para poder realizar esta afirmación es el que allí nombran como la Piedra Escrita. Se trata de una estela funeraria romana que se encontró en la vega del pueblo, entre dos campos de sembrado. En el año 2018, el investigador local, Juan José Estrada Martínez, logró contactar con el departamento de Historia de la Universidad de Alcalá de Henares (Joaquín Gómez-Pantoja e Ignacio Triguero) para analizar el texto que estaba gravado en ella. Tras examinarla y realizar un modelado digital tridimensional de ésta, se pudo descifrar lo que estaba escrito en ella:

Texto en latín: Licinius / Matern(us) (...) / ucu crat(...) / XXXII(...)
Texto en castellano: Licinio Materno (...) 32.

Piedra Escrita de Huertapelayo.jpg
Estela funeraria romana de Liscinius en Huertapelayo.

Gracias a otra estela funeraria encontrada en el pueblo vecino de Huertahernando, podemos entender que romanos y celtíberos convivieron pacíficamente en la zona, siendo estos últimos los que acabarían asimilando la cultura de los mencionados en primer lugar. En ella se puede ver escrito:


Texto en latín: Turr(anio) · O/tesgui(cum) · Marcus / - - - - - -
Texto en castellano: A Turranio, de la gente de los Otesgos, hizo este monumento Marco...


Si nos desplazamos hacia el este, en Zaorejas, podemos encontrar otra estela funeraria romana. La inscripción dice lo siguiente:

Texto en latín: - - - - - - [- - -] · ux(- - -) · ân(norum) · LX h(ic) · s(it-) · e(st) · s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis)
Texto en castellano: ... esposa de ... a los 60 años, aquí se halla. Que la tierra te sea leve.

También en Zaorejas podemos encontrar un puente o acueducto romano. Las investigaciones a día de hoy no son concluyentes respecto a su naturaleza y uso. Varios autores ubican en Zaorejas la antigua mansio de Carae. Además se especula que entre los actuales Huertapelayo y Zaorejas pasase la vía Laminio-Caesaragusta, que se cruzaría con la vía Segontia-Carae​ que discurre hacia Huertapelayo para ir hacia Sigüenza por el Puente de Tagüenza que, según la tradición popular, es de origen romano, aunque ha sido construido y reconstruido varias veces a lo largo del tiempo y el actual data del siglo XX tras su destrucción durante la Guerra Civil. Durante la edad media, moderna y principios de la contemporánea, sirvió como paso natural entre la Tierra de Cuenca y el Ducado de Pastrana con el Ducado de Medina-Coeli (Medinaceli), perteneciendo Huertahernando a éste y a la provincia de Soria.


ÉPOCA VISIGODA

Los visigodos comienzan a entrar en los territorios Hispania y el sur de la Galia hacia el año 409 d.C., llegando a un pacto en el año 418 entre el emperador Honorio y el rey Walia, en el cual prometían proteger Roma a cambio de que ésta les permitiese vivir en su territorio.

En el año 476, Roma cae y los visigodos se ven con la oportunidad de formar su propio reino, primero con corte en Tolosa y, por presión de los francos, posteriormente con corte en Toledo.

No fue un cambio muy brusco, pues el pueblo visigodo ya conocía las costumbres del Imperio y era consciente de que su desarrollo técnico e institucional estaba por debajo del romano. El pueblo germánico no quiso en ningún momento imponer su cultura para desplazar la latina, sino que se adaptaron a los habitantes de la provincia de Hispania, por ejemplo, cedieron la ciudad de Mediolum (Molina de Aragón) a los castros celtíberos. En el año 429 la actual provincia de Guadalajara ya estaba totalmente bajo el dominio de los visigodos.


ÉPOCA MUSULMANA

En el año 710 surge una confrontación sobre quién ascenderá al trono del Reino Visigodo tras la muerte del rey Witiza entre los partidarios de Rodrigo y Agila II. El segundo de éstos había hecho un pacto con el Califato Omeya para poder derrocar al rey Rodrigo, el cual murió en la Batalla de Guadalete en el año 711 contra el general Tariq ibn Ziyad.

Una vez cumplido su cometido el ejército bereber, no obtuvieron ningún tipo de recompensa, ni tampoco resistencia inmediata por parte de Agila II, así que comenzaron a comprar las tierras del Reino a sus habitantes y éstos se adaptaron a sus señores, es decir, a la cultura musulmana. El pueblo visigodo apenas opuso resistencia salvo en algunas batallas puntuales. En el año 713 Tariq conquista Molina (antigua Mediolum).

Huertapelayo no deja de ofrecer reminiscencias del pasado en varios topónimos del lugar, pues existe la Covacha de los Moros, una cueva en la que se dice que se escondieron algunos musulmanes durante las ofensivas cristianas a la orilla sur del Tajo. Existen unas ruinas denominadas como El Castillo que hace referencia a este tipo de construcciones defensivas. Se trata de un yacimiento que ocupa poca superficie en el que se puede apreciar grandes bloques de piedra que se utilizaron para construir un edificio defensivo.​ Estrada Martínez indica que se pudo tratar de una atalaya musulmana, ya que se encuentra en la orilla sur del río Tajo para avistar la orilla norte de éste, desde donde venían las ofensivas cristianas.

También por toponimia, Estrada da a entender que los árabes pudieron tener poblados en las cercanías de Huertapelayo, dentro del término de la actual Zaorejas. Más próximo a Pelayo se encuentra el paraje de la Fuente del Moro y las Atalayuelas, y un poco más alejado del término pero aún dentro de Zaorejas, las Placetuelas de los Moros.


CONQUISTA CRISTIANA

El 21 de septiembre de 1177, el rey Alfonso VIII de Castilla conquista la ciudad de قونكة (Qūnka) tras un conflicto contra el califa almohade Abu Yaacub Yúsuf.​ Como resultado, la población de la ciudad aumentó y apareció un buen número de aldeas, todo ello favorecido por el Fuero de Cuenca. Es en este momento cuando Castilla empieza a reforzar la línea fronteriza que suponía el río Tajo, encomendando la misión repobladora a la Iglesia.


REPOBLACIÓN DE LA ZONA

Leyendas aparte, los canónigos regulares de San Agustín tienen, ante todo, una misión defensiva, ya que la línea del Tajo, en la parte alta de la provincia de Guadalajara (por aquel entonces, Tierra de Cuenca), es aún fuertemente atacada por los musulmanes, durando su cometido alrededor de unos setenta años.

Es en el Señorío de Molina donde los canónigos regulares van a tener gran protagonismo, ya que se asentaron al poco de ser conquistada por Castilla, instalándose en Alcallech (Aragoncillo), Grudes (Prados Redondos) y Buenafuente (Olmeda de Cobeta), estando las dos primeras bajo jurisdicción de la tercera.

El 30 de abril de 1218 el rey Fernando III de Castilla acoge bajo su protección al Monasterio de Santa María de Buenafuente y de Alcallech, incluyendo a sus canónigos y todas sus heredades.

Estos canónigos regresaron algo antes de 1234 a Bosco Bertaldi al finalizar la cesión que el prior de allí le concedió al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada.

Las monjas cistercienses de Casbas (Huesca) se establecen ya en la zona hacia el año 1246 y ejercen una gran influencia en cuanto al asiento pacífico de sus moradores, con lo que el territorio, hasta entonces semidesértico, se repuebla de nuevo.


MITOS SOBRE LA FUNDACIÓN DE HUERTAPELAYO

Los Casaricios es un despoblado dentro de los límites de Huertapelayo justo en la frontera con Armallones. A lo largo de esta delimitación territorial no sólo se encuentra este yacimiento, sino que también podemos encontrar los de Villaseco, Villagrande y Villar de la Quente.​ Estas ruinas son de origen incierto todavía dos días, pero Los Casaricios, a primera vista y sin un estudio meticuloso, podría tratarse de un poblado de la edad de hierro según expertos de la Universidad de Alcalá de Henares, o de la posible mansio de Carae, según Abascal Palazón,​ aunque la ubicaba cerca de Los Calderones, pero no existe mucha distancia entre un paraje y otro. Estrada indica que la palabra "Casaricios" podría ser una deformación de "casalicios", cambiando la «-l-» por la «-r-». Un casalicio, según la RAE, es una vivienda unifamiliar, normalmente apuntando a su característica de edificio más que de casa, por lo tanto se trataría de una gran vivienda, por lo que no descarta que pueda tratarse de la mansio de Carae, o de una villa romana con otros edificios colindantes destinados a la ganadería y la agricultura. Además, Estrada expone que es curioso que las demás ruinas lleven el nombre de "villa" o "villares", mientras que este despoblado tenga un nombre que difiere del resto.

Sea cual fuere el origen de Los Casaricios, es interesante analizar cómo la Iglesia utilizó el yacimiento para justificar la repoblación de la zona. Así lo explica Juan José Estrada:

Un año se celebraba una boda en otro pequeño núcleo urbano a escasos metros de Villaseco, se lo conoce como Los Casaricios por este hecho, el nombre concreto no se sabe. Según cuenta la leyenda, una víbora cayó al caldero donde se guisaba toda la comida envenenándola toda y así pereciendo todos los habitantes de ambas aldeas. Los pelayos y armalloneros decidieron repartirse el legado de los desaparecidos quedándose Armallones con la figura de Santa María Magdalena y Huertapelayo con las dos campanas.

No tardó en hacerse el milagro, pues al día siguiente la imagen sagrada apareció a la orilla del arroyo que cruza el pueblo. Este hecho se sucedió unas cuantas veces ya que la llevaban de vuelta a Armallones, hasta que los habitantes de éste decidieron dejársela a los pelayos porque María Magdalena quería estar con sus dos campanas y la encontraban en la ribera bebiendo agua para descansar del supuesto viaje. Los armalloneros crearon así esta estrofa:

Magdalena bendita,
pimpollo de oro,
no merece Pelayo
tan buen tesoro.

Según el artículo de María Ángeles Roque en la revista especializada en folklore de la Fundación Joaquín Díaz,​ estos acontecimientos eran creados para crear un trato sagrado y civil regulados por las ermitas en los lugares despoblados.

En estas leyendas reside el eco del tan remoto origen de la cultura celtibérica. Las matres, en este caso, son la relación con la santa. Las matres eran representadas en triadas, así como la santa con sus dos campanas, siendo símbolos de la fecundidad humana. Esto nos hace recordar también a la triple diosa de la tradición wicca. La matre aparece como encarnación de la ley en este caso: legitimación del territorio (y como la muerte: en este caso como acontecimiento que desencadena la leyenda)—.

Esta tradición toma forma con el paso del tiempo hasta convertirse en las leyendas de las viejas donantes. Estos mitos explican que un pueblo celebra una boda y no invitan a una anciana por considerarla maligna. La mujer con rencor envenena las aguas o las fuentes, que representan la vida, segando así existencia de todo el pueblo. En estas historias se popularizó el uso de una salamanquesa como la causa del envenenamiento de las aguas, siendo éste un reptil considerado como alquímico en la tradición medieval y por sus connotaciones nigrománticas (resucitar a los muertos mediante magia negra). En Huertapelayo lo lógico es que se utilice a la víbora como reptil maligno, ya que es el más venenoso y es temido por su picadura en ocasiones mortal para niños, ancianos y mascotas, además la serpiente es la encarnación del mal para la Iglesia.

Las matres también tienen relación con la diosa Diana en el sentido de hada nocturna tomando forma de divinidad encargada de los asuntos de fertilidad, la noche, la muerte y los espíritus, algo que en el pueblo de Huertapelayo está muy arraigado hasta bien entrado el siglo XX.

También se torna en costumbre en componer una copla para la figura sagrada requerida, así como supuestamente hicieron los armalloneros.

Estas leyendas son frecuentes en las historias de algunas vírgenes de Burgos, La Rioja y Soria, zonas que han tenido influencia celtibérica al ser habitadas por éstos. Lo curioso del caso de Huertapelayo es que la divinidad es una santa y no una virgen como es costumbre. Actualmente, según nuevos descubrimientos historiográficos se ha descubierto que María Magdalena también es símbolo de maternidad y fertilidad, además de no considerarse tan inmaculada con la Virgen María, identificándose más con este lado oscuro de las matres.

El estado actual de las reliquias de esta leyenda es el siguiente: en la Guerra Civil española (1936 - 1939) todo lo de la iglesia parroquial fue quemado por una tropa del bando republicano capitaneada por un alto mando que posteriormente se cambió al bando sublevado. Sólo se salvó el retablo, un San Antonio y una de las campanas de esta leyenda con la cual se puede datar el origen de la imagen de la santa. María Magdalena fue decapitada y quemada. A la imagen se la sustituyó con otra nueva, pero resultó ser una virgen y el pueblo la anuló y la colocó en el retablo como la Virgen María. Se encargó hacer otra que resultó ser casi similar que la auténtica imagen, la cual es muy parecida a la María Magdalena del pueblo toledano de Villamuelas.

En la campana que queda se puede leer: Et berbvm caro factvm es / Anom 6131 / Sancta Maria Magdalean” y “Ece crvcen Domini / Partes ad berse / vici leo / de trivm davidis.

Foto del año de la fundición de la campana y posible fecha de fundación de Huertapelayo.

Viene a ser un escrito a caballo entre el latín y el castellano que viene de la frase: "Ecce crucem Domini, fugite partes adverse, vicit Leo de Tribu Juba, Radix David, Alleluya" cuya traducción sería "Esta cruz del Señor, expulsa todo el mal. Vence el León de la tribu de Judá, raíz de David. Aleluya", siendo el león de Judá: Jesús. Por otro lado "Et berbvm caro factvm es" es la forma evolucionada hacia el castellano de "Et Verbum caro factum est" que significa "Y la Palabra/el Verbo se hizo carne/hombre". El año se fundió en sentido contrario al que estamos acostumbrados a leer: "Anom 6131" que sería "Año 1316". Además se incorporó otra campana, más pequeña en memoria de la antigua destruida, que tiene planchado "Se fundió en Sigüenza por Francisco Colina y hermanos siendo cura párroco don Prudencio Taberner, alcalde don Ceferino Salmerón y año de 1923". Esto demostraría que la segunda campana no fue destruida en la Guerra Civil española como algunos creen, sino en alguna otra anterior, quizás en la Guerra de la Independencia Española, ya que su datación es anterior.
Cabe destacar que en la actual frontera de Armallones y Huertapelayo se destaca una recta que pasa entre las ruinas de Villaseco (perteneciente al término municipal de Armallones) y entre las ruinas de Los Casaricios (perteneciente al territorio de Huertapelayo que es del término municipal de Zaorejas).

Lo que parece ser que está claro es que Huertapelayo se pudo haber fundado en la fecha que indica la campana (1316), o al menos ésta habría sido creada cerca de la fecha de la fundación de la iglesia y, en torno a la iglesia, el resto del poblado. También se recurre a un mito celta (o celtíbero) para justificar la persona que fundó el pueblo:


Había una vez un noble hidalgo llamado Pelayo que huyendo de un caballero enemigo que quería deshacerse de él, llegó al Pozo de la Vega y allí guardó todas sus riquezas y lanzó un maleficio al escondrijo clamando que quien se atreviese a llegar hasta el tesoro caería sobre él o ella una terrible maldición. Su familia llegó poco después y a su hija le gustaba caminar por el campo y peinarse apoyada en aquel pozo, pues el agua le servía de espejo. Un día, sentada allí mientras acicalaba sus cabellos, apareció el hombre que quería la cabeza de su padre y la avistó, pero debido a la belleza de la doncella quedó prendado de ella. Quiso acercarse sigilosamente para sorprenderla, pero cuando le tocó la espalda para llamar su atención, ella se asustó y cayó dentro del pozo donde su padre había lanzado el maleficio, convirtiéndose en una sirena con la misión de proteger las alhajas que allí había conservadas. A partir de entonces se dice que se la puede ver peinándose al borde del Pozo de la Vega las noches de San Juan.


Esta leyenda hace clara referencia al mito de la Encantada que recuerda a las ninfas de la mitología clásica, el cual se repite en todas las zonas donde hubo influencia celta: Galicia, Asturias, Castilla, País Vasco... Es de vital importancia cómo se resaltan los elementos del relato:

  • El pozo: Simboliza el mundo subterráneo, la feminidad y el misterio, siendo un elemento en el cual se penetra y además es húmedo y fértil, haciendo referencia al vientre de la Madre Tierra, de la cual nacían los seres mitológicos, en este caso: la sirena. No sólo implica el momento del alumbramiento al mundo, sino que también representa el Inframundo, siendo así una metáfora del tránsito de la vida a la muerte (cuando la doncella cae al pozo). Probablemente se escogiera este mito como una referencia a la resurrección de la tradición cristiana, pues Cristo es enterrado en una cueva y sale de ella convertido en un nuevo ser completamente divino, dejando atrás su forma más terrenal.
  • El espejo: La doncella utiliza el reflejo del agua para mirarse mientras se peina. Es utilizado como un espejo, el cual representa el paso hacia otra dimensión en el folclore asociado con la magia, así como ocurre en la novela A través del espejo y lo que Alicia encontró allí de Lewis Carroll.
  • El peine: Objeto que es utilizado como atributo para elementos magníficos femeninos como las sirenas, pues el surco que éste realiza en el cabello recuerda a la cola de un pez y su esqueleto descarnado recuerda a un peine, por lo tanto es una reminiscencia al elemento de la muerte.La noche de San Juan: Es la noche escogida para sustituir la fecha celta de Litha, que indica el solsticio de verano, fecha en la cual los espíritus mágicos vagaban libremente cuando se ponía el Sol por el sur. El solsticio está marcado como el 21 de junio, pero se trasladó al 24 del mismo mes para cristianizar la celebración.
También se habían adaptado algunas costumbres que trascendían desde el norte de la península Ibérica, como la historia del tío Lobero Baños, un lobo hechicero, o como bien conocemos hoy en día: un hombre lobo. 

Según cuenta la leyenda, en el pueblo se habían sucedido muertes violentas de mulas con heridas similares a las de un lobo o despeñadas y además se rumoreaba que uno de sus habitantes era el que se convertía en ese animal. Un día un matrimonio se fue a trabajar en el campo y cuando la esposa perdió de vista a su marido comenzó a buscarlo con la sorpresa de encontrarse momentos después con un lobo agresivo dirigiéndose hacia ella. Ésta corrió y encontró su única salvación subiéndose a un árbol, mas el can logró asestar una dentellada a su media o según cuentan otros a su sayo. Cuando la fiera se dio por vencida y abandonó el lugar, la mujer corrió espantada hacia el pueblo a refugiarse aterrada en su casa. Al llegar la hora de cenar vio que llegaba su marido, al cual había estado esperando para sentirse protegida, y cuando éste la calmó ella le preguntó que qué quería de cenar. El hombre con una sonrisa plasmada en su cara le dijo que no tenía hambre, que ya había comido. Fue entonces cuando la mujer se dio cuenta de que su marido tenía entre los dientes hilos del mismo color de su ropa y comprendió que el lobo era él. 

Se dice que esta historia es del siglo XIX, pero por relaciones culturales que veremos a continuación este dato queda desmitificado. Se decía que el tío Lobero Baños era Antonio Herraiz Portillo, casualmente uno de los tatarabuelos del autor de este libro. Para mayor información sobre esta persona, se conoce que murió ahogado en el río Tajo salvando a uno de sus hijos que había caído en él. Su cuerpo inerte fue encontrado a orillas de Valtablado del Río, donde fue enterrado. 

Según se informa en la revista de folklore de la Fundación Joaquín Díaz por José Antonio Alonso Ramos, los casos de hombre lobo se extienden por toda Europa, siendo comunes en Asturias, Galicia, Extremadura y Portugal dentro de la península Ibérica, lo que nos hace pensar que este tipo de mitos sobre el lobo hechicero vino a través de la cultura celta. Es famoso el caso del pueblo de Robledo de Corpes, en Guadalajara, lo que supone que bastante es el legado de los celtas que recae sobre esta provincia por alguna razón, como podría ser su repoblación durante la Reconquista con gentes del norte.


HIPÓTESIS DE LA FUNDACIÓN SEGÚN ESTA WEB

Estrada lanza la hipótesis de que Huertapelayo fue repoblada por gente del reino de Navarra. Partiendo de que gran parte de la actual provincia de Guadalajara y el centro peninsular fue repoblado navarros, demostrado en la toponimia de algunos municipios (Azañón, Nuevo Baztán, Viana...), además de existir en Pelayo un barranco estacionalmente seco llamado barranco de los Navarros.

Tras fijarse en la toponimia, no duda en focalizarse también en la genealogía para su hipótesis, recurriendo a los orígenes de los apellidos, en concreto en el de "Herraiz". El sufijo «-z», «-ez», «-az", u «-oz» es patronímico de origen vasco (de nuevo Navarra), poniendo como ejemplo que "Martínez" significa "de Martín". Por lo tanto, "Herraiz", que evoluciona de "Herranz", significaría "de Herrán". Estrada sitúa el pueblo de Herrán en la actual provincia de Burgos, en la frontera con la provincia de Álava, un territorio que durante la edad media fue pasando de manos entre el reino de Castilla y el de Navarra. El investigador local explica lo siguiente:

En el año 852 d.C. al límite del Condado de Castilla con el Reino de Pamplona, fueron traídos unos venerables varones procedentes del sur de Francia por el abad Pablo. Allí se asentaron y se fundaron las Huertas de San Martín, citadas en el Cartulario de San Millán. Estos tiempos fueron los del primer Conde de Castilla, Rodrigo, hijo de Ramiro I de Asturias y Paterna, su segunda esposa.

Lápidas de gente apellidada "Ferran" en Herran (Francia).

Al tiempo, los recién llegados a esta nueva tierra, fundaron el pueblo de Herrán y la ermita de San Martín de Herrán (antíguamente San Martín de Ferrán), pues ellos eran procedentes de un pueblo homónimo situado en sur del reino de Francia Occidental (véase Herran), tras la división del Imperio Carolingio. Llegaron con una misión repobladora y militar.

Debido a su población limítrofe dentro del reino de Castilla con el reino de Navarra, los Herrán funcionaron como mercenarios de los nobles de ambas tierras, siendo enviados algunos de ellos por Sancho VII de Navarra a las islas Británicas como escolta de Juan I de Inglaterra, entre los años 1194 y 1210, pues era el hermano del ya fallecido Ricardo Corazón de León, marido de su hermana Berenguela de Navarra. Fue entonces cuando se les otorgó un escudo de armas en azur con una flor de lis y al sur de ésta una muralla.

En el año 1231, estos caballeros que habían llegado desde Francia un par de décadas atrás, fueron reclamados por el rey Fernando III de Castilla para que ayudasen al comandante Álvaro Pérez de Castro a conquistar la ciudad musulmana de Sherish. Este batallón de caballeros no tenía una persona la cual capitanease a los cincuenta hombres, por lo que lanzaron unos dados a suertes recayendo tal responsabilidad en el caballero Martín Herrán que, según el tratadista Francisco Lozano, era descendiente de los Príncipes de Beaudemón. Este caballero fue uno de los más eficaces durante la conquista, por lo que el Rey le compensó con numerosas mercedes.

Según se cuenta, la batalla de Jerez de la Frontera se llevó a cabo en el año 1231. Fernando III, rey de entonces en León y Castilla, envió a su hijo Alfonso a conquistar los reinos de Córdoba y Sevilla tutelado por Álvaro Pérez de Castro "el Castellano" y por Gil Manrique posiblemente de los Manrique de Molina. El emir enemigo Ibn Hud se interpuso con su ejército en la ciudad de Sherish con superioridad numérica y desde una posición ventajosa. Gracias a Pérez de Castro el ejército castellanoleonés obtuvo la victoria a pesar de tantos inconvenientes. Tras el triunfo cristiano sobre los musulmanes, los primeros atribuyeron su victoria al amparo del apóstol Santiago, el cual se dice que fue visto portando un estandarte blanco y una espada combatiendo junto a "el Castellano".

Hipotéticamente se podría ver que Martín Herrán fue compensado por Gil Manrique a causa de esta batalla con tierras, las cuales Castilla quería repoblar para reducir la influencia musulmana en los territorios conquistados del norte del sitio de Cuenca y al sur del río Tajo (entre muchas otras que se repartieron entre el resto de los caballeros). Otro de los honores fue que el que sería el rey Alfonso X de Castilla condecoró su blasón (creado por Sancho VII de Navarra) con una Cruz de Calatrava entre cuatro estrellas, dando finalmente al escudo que ha llegado hasta nuestros días. Esta cruz de la Orden de Calatrava era una de las que poseían los canónigos agustinos que llegaron con misión defensiva a orillas del Tajo. Cabe destacar que cuenta la leyenda que el Puente de Tagüenza se hizo en ese lugar, porque el apóstol Santiago durante su predicación, tuvo que saltar con su caballo el estrecho surco del Tajo que hay entre lo que es hoy Huertahernando y Huertapelayo, y por ese motivo construyeron el paso.

Tres de los caballeros de Herrán acabaron llegando a las orillas del Tajo al oeste y sur de Buenafuente del Sistal (o del Císter), utilizando las atalayas defensivas del alto de las montañas para construir las primeras casas. Éstos serían Fernando (Huertahernando), Sancho (Huertasancho, que actualmente es un lugar sin poblar dentro del término municipal de Zaorejas) y Pelayo (Huertapelayo).

Según cuentan, del material rocoso de la atalaya del Monte Velasco se comenzaron a construir las primeras casas del pueblo. Llamaron barranco de los Navarros a la hendidura de donde nacía lo que hoy se conoce como el arroyo de la Vega, aunque actualmente el nacimiento de éste se considera que emana de El Cerro. Lo llamaron así porque los lugareños de los otros pueblos los apodaban "navarros" por ser conocidos por su servicio a Navarra y la cercanía de las Huertas de San Martín y de Herrán a este Reino.Cabe destacar que en el pueblo de Herrán existe una edificación que se llama Torre de los Templarios, de donde se podrían abrir nuevas hipótesis según la tradición oral de Armallones de la antigua existencia de un monasterio de la Orden del Temple y por qué Huertapelayo tiene de patrona a Santa María Magdalena. También, el escudo de este pueblo muestra una estrella de David, típica judía, coincidiendo con otra tradición oral pelaya que dice que el pueblo fue fundado por judíos.


ESTELAS DISCOIDALES MEDIEVALES

El 11 de noviembre de 2019 se presenta al público el Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara, donde Koldo Colomo Castro y la investigadora local, Marta Embid Ruiz, exponen que las dos estelas con cruces que aún permanecen en la fachada de lo que fue la iglesia primitiva de Huertapelayo, fueron estelas funerarias cristianas de los primero moradores que se colocaron en dicho lugar a posteriori, cuando la casa sobre la que actualmente se asientan fue construida.

Estelas discoidales a las que se hacen referencia.

Otro investigador local de Huertapelayo, Juan José Estrada Martínez, ve precipitado encasillar estas dos piezas en unas funciones tan limitadas. Según se ve la cruz del pórtico, Estrada argumenta que ve poco probable que se colocase a posteriori, extraída de una estela funeraria o de una primitiva puerta de un cementerio (hoy en día inexistente) y posteriormente dispuesta sobre él. Ve más probable que esa pieza esté en su posición original, ya que se sitúa como clave o sobre la clave del arco de ese antiguo pórtico y resultaría arriesgado incrustar en ese lugar una estela a posteriori, a riesgo del desplome la estructura. También apunta a que numerosas iglesias muestran una cruz en la cúspide del arco de su pórtico, tal y como se ve también en la actual parroquia de Pelayo.

Respecto a la otra estela discoidal presente en la misma fachada, Estrada apunta a que es más probable de que se trate de una cruz de la consagración a que sea otra estela funeraria incorporada tiempo después. La gente de relevancia como alcaldes, sacerdotes, o con cierto nivel económico, decidía enterrarse dentro de las iglesias, bajo el suelo y bajo losa, mientras que la gente menos pudiente se inhumaba en el exterior en torno al templo, debajo de la tierra y con señales más económicas como cruces de madera o metal, más maleable y sencillo que tallar sobre piedra. Cabe destacar que todas las partes colindantes a la antigua iglesia están en pendiente, por lo que es muy posible que de haber existido un pequeño cementerio en torno a ella, pronto hubiese colapsado y, además, la "estela" de la fachada hubiese servido para consagrar el pequeño cementerio que se desarrollase en torno a ella. Estrada recuerda que también hay vestigios de que el cementerio primitivo se encontraba donde hoy se asienta la actual iglesia, por lo que se pudo utilizar como necrópolis entre los siglos XIV (cuando se teoriza con la fundación de Huertapelayo) hasta el siglo XIX (ya que el santuario fue construido en el siglo XVIII, pero no fue hasta el siglo XIX con el reinado de José Bonaparte que se prohibieron las inhumaciones dentro de los templos y se construyó el actual camposanto).


EDAD MODERNA

Durante la edad moderna ocurren tres hechos significativos en Huertapelayo, uno que cambiaría la morfología del entorno natural, y otro del entorno urbano.

En primer lugar, en el año 1578 el paisaje de Huertapelayo y el de Armallones cambiaría a causa de un evento meteorológico. Hubo un derrumbamiento que cortó el río de raíz, llegando a pescarse las truchas con las manos, hasta que el Tajo, poco a poco se abrió camino de nuevo, dejando los enormes bloques de piedra caliza como testigos; muchas de ellas desechas o diluidas por la acción del río. El cataclismo geológico ocurrió en la primera mitad del siglo XVI tras gran avenida que originó fuerte corrimiento de tierras y el derrumbe del estrato rocoso superior, cayendo tierra y peñascos en el cauce del río que quedó momentáneamente represado, al igual que las grandes rocas que encontramos por la carretera de entrada a Huertapelayo; de esta manera lo hubiera entendido el Sr. Pérez Villamil sin dejarse sugestionar por absurdas noticias que aceptó a la ligera, si hubiera leído atentamente, y reflexionado después, el siguiente párrafo de la "Relación" enviada por Ocentejo en 1578 a Felipe II:

«Acaesció en el rio Tajo en el término de esta villa, que con ser el dicho río mui caudaloso y yendo en grand crecida, se hundió una gran parte de un cerro do dizen la Tormellera de hacia el término de Armallones (no cabe más precisión), y atajó (represó) el dicho río y bolbió la repuya azaga (la corriente hacia atras o a la zaga) una legua, y abajo estavan esperando abajase la furia de la crescida quinze o veinte carretas de bueyes que iban con lana (este detalle comprueba la importancia de aquél camino Real y el vado inmediato) y querian pasar por un bado que acostumbraban, y por la gran crescida no se atrevían; y estando ansí, bieron estándose el agua (descendia rápidamente de nivel) en que bino a quedar en seco el bado; y a gran priesa los carreteros uncieron (a los bueyes) y pasaron sus carretas. E yo el presente Escrivano digo y ha provado (un) vezino que fue desta villa que se halló presente en el dicho rio quando esto pasó, y que veia la pesca ir en capa de agua saltando (de charco en charco), y que tomó alguna qués, y por temor de que haria de benir gran crescida, (una vez) oradado lo que se havia hundido, se subian a los cerros altos las gentes porque temian havia de subir mucho el agua en alto.»

Por otro lado, el templo original sobre el que se fundó Pelayo se encontraba en un estado ruinoso tras más de cuatro siglos de vida y la población del lugar había incrementado. Es por ello que en el año 1744 solicitaron al obispado de Cuenca y a la parroquia de Armallones (de la que Huertapelayo dependía) la construcción de una nueva iglesia, mientras que los pelayos proporcionaron el material y los peones, según recoge Marta Embid Ruiz de unas epístolas entregadas por el sacerdote don Rafael: En el 1747 terminó la construcción de la nueva iglesia construida sobre el cementerio antiguo, al ser campo santo, y se celebró su finalización durante tres días.

Hundido de Armallones.


LA GUERRA DE INDEPENDENCIA ESPAÑOLA

ras la Revolución Francesa y el comienzo de la Guerra de la Independencia española el 2 de mayo de 1808, las tropas del general Joseph Léopold Sigisbert Hugo (padre del escritor Víctor Hugo, autor de obras como Cromwell o Hernani) no cesaban de intentar dar caza a la Junta de Guadalajara mientras las tropas de Juan Martín Díez "el Empezinado" intentaban darle jaque en los territorios lindantes con el río Tajo. Gracias a Inés Malo Celada, Cillerera del Monasterio de Buenafuente del Sistal podemos conocer cómo se vivió la guerra en las cercanías de Huertapelayo.

Monasterio de Buenafuente del Sistal.

Las monjas de Buenafuente huyeron en numerosas ocasiones de su convento, yéndose a refugiar a una cueva de Huertapelayo conocida desde entonces como la Covacha de las Monjas, en la ladera norte del Picayo. Cada vez que el ejército napoleónico se aproximaba a guerrear y quemar Huertahernando o Cobeta y sus alrededores, ellas descendían el abrupto cañón que separaba la orilla norte de la sur para llegar a Huertapelayo. En alguna ocasión también llegaron a refugiarse acogidas en las casas del pueblo, pero la mayoría de las veces acudían a dicha cueva, hasta que acabó la guerra.

Es posible que Pelayo sufriese algún acontecimiento violento o bélico contra los franceses, ya que algunos vecinos conservan bayonetas de las tropas francesas y es muy probable que una de las campanas de la iglesia fuese destruida por éstos. Durante el reinado de José I, se ordenó que no se enterrasen más muertos en las iglesias, como parte de un plan de sanidad. Se construyó entonces el actual cementerio de Huertapelayo a las afueras. Cabe destacar que aún hoy los pelayos cuando van a misa, se sientan sobre los lugares donde están enterrados sus antepasados y a esto se le llama "guardar sepultura".

Bayoneta francesa conservada en Huertapelayo.

En el año 1826 las monjas comenzaron a restablecer poco a poco su nueva vida en común en el monasterio hasta que en el año 1836 se vieron sacudidas por la Desamortización de Juan Álvarez Mendizábal, que las hizo perder sus censos, fincas, vales reales, rentas, etcétera. Estos bienes pasaron a ser del Estado que a su vez los sacaron a subasta y fue aquí donde muchos pelayos compraron tierras para labrar y sacar resina, comprando casi la totalidad de las tierras y creándose así un barrio en torno al monasterio, pues también construyeron casas.


LA EMANCIPACIÓN DE ARMALLONES

En el año 1839 el pueblo de Huertapelayo solicita tener un párroco propio y así dejar de depender de la Parroquia de Armallones, pues en pocos años se sucedieron muchos sacerdotes y apenas brindaban ayuda espiritual a los feligreses pelayos. La epístola recogida por Marta Embid Ruiz, dice lo siguiente:

Carta del Ayuntamiento de Huertapelayo al Obispo pidiendo un sacerdote (enero 1839)

La justicia Ayuntamiento y vecindario de este Lugar de Huerta Pelayo: con el debido respeto hacen la siguiente representación a V.S. Illma.

Careciendo siempre en parte y algunas veces en todo del pasto espiritual, por carecer de un sacerdote, que con libertad haya de concederlo; motivo que los señores curas de Armallones han querido siempre los thenientes les sirva casi de valde apropiándose de todo y no de celar y cuidar de sus feligreses; dichos tenientes no han podido existir y así es que en 10 o 12 años poco más o menos ha habido cinco o seis y en este tiempo varias veces muy uno padeciendo notables daños.

Este pueblo se compone de 360 almas más que menos; su vecindario religioso en todo, sus diezmos les dan con toda religiosidad si lo corresponde es el párroco, se le concediere a este estamos seguros que no le faltaría un sujeto que no concediese el bien espiritual y corporal y mirase por si Iglesia la que está eternamente abandonada.

Por tanto:

A V S. Illma, Suplicamos digne tomar en consideración esta solicitud a fin de que en ningún tiempo tenga el cura de dicho Armallones intervención alguna con este pueblo, tratando como tratamos de separarnos del y tener un sujeto idóneo que merezca la confianza de V.S. Illma. Al que se le concederá lo que le corresponda en tercias derechos parroquiales etc, y en caso necesario este vecindario hará todo sacrificio para [...] Con asta aquí Dios guíe a V.S. Illma. Para el bien de este obispado. B.S. L.M. de V.S. Illma.. S.M. H.S. Huerta Pelayo y Enero de 1839.

Firmará la Justicia del Ayuntamiento y Vecinos. Este es el primer paso nombrando un sujeto que se presente al pueblo para practicar las diligencias que se sigan y no me mencionará V. para nada esto lo hago por servir a V. y a todo el que trata en el asunto.T.M.S.P.G.



EL GENERAL ESPARTERO

Según recoge V. Mariño en la Revista de Obras Públicas en la sección de "Puentes sobre el Tajo" de la provincia de Guadalajara, en este mismo año de 1839, el general Baldomero Espartero cruzó el Puente de Tagüenza con todo su ejército para llegar a la ciudad de Cuenca durante el final de la Primera Guerra Carlista.


HUERTAPELAYO COMO VILLA

En el año 1855 se le otorgó a Huertapelayo el título de villa, dignidad que se da a un núcleo de población por una serie de reconocimientos e importancia dentro de su entorno, además de permitir celebrar mercados y ferias. Hoy en día se usa el sello de la villa para los documentos oficiales.

El distintivo de "villa" es utilizado como escudo de Huertapelayo.


LOS CINCO OLMOS

El final del siglo XIX estuvo plagado de historias que hoy quedan en el anecdotario de las personas más ancianas de Pelayo. Entre ellas fue importante la figura de Pedro Martínez, el alcalde en su momento, el cual decidió plantar cinco olmos por el pueblo en honor a su único hijo varón, Elías, pues anteriormente sólo había tenido prole femenina y este acontecimiento le colmó de ilusión. El dinero para ello corrió de su cuenta y fueron plantados en la plaza frente a la iglesia, en la plaza del Ayuntamiento, en la plaza de la Cebada, en la plaza del Tesillo y dos en el camino de los Toriles, en la parte superior oeste del pueblo. Lamentablemente estos olmos fueron eliminados, quedando tan sólo los de la plaza de la Iglesia y del Ayuntamiento, pero fueron talados en la década de 1990 al contraer grafiosis.​ Actualmente sólo queda un olmo, el cual se replantó en la plaza del ayuntamiento y preside la postal principal de Pelayo, adornado el año 1998 en su base por una fuente de tres bocas diseñada por Francisco Javier Estrada Lorenzo y construida por Máximo Portillo Herraiz y Simón Martínez Herraiz.
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Plaza del Olmo, Huertapelayo


PELAYOS EN NUEVA YORK

Se hace crónica en el diario ABC de la famosa cena de pelayos en Nueva York durante la Nochebuena en la década de 1920, de la cual Manuel Penella escribió una canción añadiendo Suspiros de España de Antonio Álvarez, e interpretada por Concha Piquer. Los pelayos habían emigrado a Estados Unidos en la década de 1920 en busca de trabajo y, al no poder regresar a España por la lejanía, se reunieron en Nueva York con sus paisanos para cenar, reír y llorar de nostalgia de su tierra.


Artículo del diario de ABC donde cuenta cómo unos vecinos de Huertapelayo cenaron una Nochebuena en Nueva York 
y sobre esto se escribió la canción En tierra extraña interpretada por Concha Piquer.


LA GUERRA CIVIL

La historia de la Guerra Civil contiene diversas anécdotas. Una de ellas habla de Simón Martínez Herraiz, que a él junto a su hermano Joaquín y a su padre Quiterio les sorprendió el inicio en Rillo, por lo que se apresuraron a regresar a Pelayo para volver con su familia. En la orilla de Huertahernando se asentó el bando sublevado y en el de Huertapelayo el bando republicano. Los soldados republicanos entraron en la iglesia y sacaron algunos santos, entre ellos Santa María Magdalena y a San Isidro Labrador (traído por los salmeronenses siglos atrás), decapitándolos y quemándolos. Sólo se salvó el retablo barroco que preside la nave y un San Antonio que un pelayo pudo esconder que ahora se encuentra uno de los nichos de dicho retablo. Poco tiempo después el bando nacional dinamitó el Puente de Tagüenza para que los republicanos no cruzasen el Tajo hasta Huertahernando.

Los republicanos asentaron trincheras en la Cabezuela, el Portillo y Cabeza Lapuente. Uno de ellos compró un cordero para tenerlo como mascota, un día cerca de donde había estado el Puente de Tagüenza la oveja se escapó y el soldado fue en su busca, con tan mala suerte que sus compañeros republicanos pensaron que era alguien del bando nacional y acabaron con la vida de ambos.

Otra trágica historia es la de que un soldado republicano se cambió al bando sublevado, y al enterarse de esto los soldados de la república que se asentaban en Pelayo, supusieron que su amigo había sabido de antemano este movimiento y por lo tanto se había filtrado información de los movimientos militares de la zona. Éste fue arrestado y retenido en una casa, donde se ahorcó suponiendo que la República lo ejecutaría. El cadáver fue enterrado fuera del cementerio de Huertapelayo porque no había nadie que costease su funeral.

Los pelayos vivieron la guerra con bastante miedo, pues se encontraban todo el día en línea de tiro de ambos bandos. De nuevo Simón junto con su amigo Doroteo estaban merendando un día que tenían que cuidar sus ovejas y cabras, parando en una cuesta en la que no debían y los nacionales dispararon un obús a donde ellos se encontraban. Por suerte el proyectil alcanzó la parte superior de la cuesta y la metralla salió despedida por encima de ellos sin llegarlos a dañar. Cabe destacar que tiempo después los sublevados se llevaron unas 200 cabras de Pelayo, quedando nada más que una.

Murieron seis o siete pelayos durante la Guerra Civil española, en la batalla del Ebro que duró cuatro meses murieron algunos; en Arganda murieron dos y otro quedó con la pierna amputada; el nieto del tío Navo, Ángel, murió en Teruel sin dejar descendencia y siendo hijo único y dejando a su madre, Gregoria Embid, que ya estaba viuda, se quedó sola en el mundo, pues su otra hija falleció tiempo atrás. Joaquín Martínez, se encontraba en el frente de Madrid y le dispararon traspasándole un brazo, parte del pectoral y atravesando el otro brazo de un mismo proyectil.

En el año 1939, casi al final de la guerra, llegaron al pueblo varios partidarios de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y capturaron a los máximos representantes de la villa en el Ayuntamiento. Allí les dijeron que si no se afiliaban a su confederación no salvarían la vida, así que el alcalde Ceferino Salmerón y otros mandatarios firmaron, pues en el pueblo había ganado las elecciones el partido de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas).

Tras la Guerra Civil, el alcalde Ceferino Salmerón se dedicó a la restauración de la iglesia, que había sido totalmente desvalijada, salvo las campanas y el gran retablo barroco. Lo primero que se colocó fue la imagen de San Antonio de Padua que había conseguido salvar un vecino del pueblo. Posteriormente llegaron otras como el Cristo de Medinaceli y el Cristo del Sepulcro. Hubo controversia con la reposición de la imagen de Santa María Magdalena, pues trajeron una que no se le parecía nada y resultó ser la Asunción de la Virgen, por lo que ésta pasó a ocupar la parte central del retablo. Posteriormente llegó una imagen de la discípula de Jesús más fiel a la anterior y que es la que se puede encontrar en la parroquia actualmente. También se colocó el embaldosado actual del suelo, cubriendo las piedras que cubrían antiguas tumbas. No se sabe a ciencia cierta quién se encargó de las donaciones de las figuras y cuadros, como el tríptico de La huída de José, María y Jesús a Egipto, pero se conserva una gran cruz colgando en una pared donada por los Padres Redentoristas fechada el 22 de noviembre de 1942.


LOS MAQUIS EN EL HUNDIDO DE ARMALLONES

Tras la Guerra Civil el cañón del Alto Tajo fue un refugio para los maquis, un grupo guerrillero antifranquista. Una joven de dieciocho años de Pelayo, llamada María de la Paz Martínez Herraiz, iba caminando por las cercanías del cementerio y vio en el suelo una cruz de metal tumbada, no se sabe si de alguien de dentro o del soldado que había sido enterrado fuera de éste, por lo que ella, suponiendo que sería la primera opción, la cogió y la lanzó a las inmediaciones del cementerio. A los pocos días, ella se encontraba regresando al pueblo desde las Povedillas (a dos horas andando del núcleo urbano) y vio que un ser de aspecto extraño salía de una cueva, a lo que ella pensó que era un espectro que salía en su busca. Llegó corriendo al pueblo desbocada, pero entre el susto y la carrera falleció y fue enterrada donde había caído la cruz que días antes había devuelto ella. Posteriormente se descubrió que podría haber sido un maqui de aspecto desaliñado que se escondía en el Hundido de Armallones. Éste fue arrestado y tanto Pelayo como Armallones decidieron prender fuego al Hundido para hacer salir a todos los maquis que allí se encontraban escondidos para que dejasen de dar problemas a la gente de estas tierras.


EL ÉXODO RURAL

Durante el período de posguerra llegó el éxodo rural de esta zona ocurrió entre 1930 y 1950 llegándose a quedar casi todos los pueblos de esta zona prácticamente desiertos.

Los motivos geográficos y geológicos de esta emigración hacia las grandes ciudades fue principalmente la comodidad de tener todo a mano, pues los pueblos estaban muy distantes unos de otros y sus caminos, que funcionan como conexiones entre sí, son estrechos y angostos. Gran papel en este hecho lo tiene el suelo. Es muy complicado realizar una vida rural en estas zonas, pues a unos pocos metros o incluso a unos centímetros de la superficie de la tierra encontramos la roca madre, lo que hace que la agricultura sea una ardua tarea con resultados escasos. Esta roca es caliza, por lo que el relieve de la zona cuenta con numerosos peñascos y cañones creando grandes depresiones entre ellos y complicaciones a la hora de crear terrazas para la plantación y caminos adecuados para vehículos, además que, debido a la altura de estas grandes paredes de piedra, estas zonas cuentan con pocas horas de sol al día, luz fundamental para la fotosíntesis y un buen crecimiento de los vegetales. También, este tipo de roca hace que el agua cale dentro de ella formando en la zona numerosas simas filtrando rápidamente los nutrientes por debajo de sus raíces.

Respecto a la ganadería, contaban con animales medianos como la oveja, la cabra y el cerdo, y para desplazarse la mula. La gente comenzaba a emigrar a las ciudades por temporadas y era complicado mantener a estos animales, por lo que los vendían a pastores de pueblos con grandes llanuras donde pudiesen pastar, como lo son Zaorejas, Villanueva de Alcorón y Molina de Aragón.

Las vías de comunicación eran otro factor importante. Si tomamos como ejemplo pueblos como Huertahernando, Huertapelayo, Armallones, Villar de Cobeta o Corduente, encontramos que para acceder a ellos es necesario atravesar dificultosas carreteras secundarias, por lo que quedan escondidos y sólo sus antiguos habitantes y descendientes conocen su presencia sin necesidad de indagar para realizar un viaje turístico. En cambio, si ejemplificamos con Zaorejas podemos observar que la carretera hasta este municipio no se bifurca y se conserva en buen estado. En el caso de Molina de Aragón, se aprecia que es una zona de paso importante entre la Meseta Central (Madrid y Guadalajara) con el Sistema Central y el Valle del Ebro (Teruel y Zaragoza). Esta excelente posición en las vías originales de transporte (pues la ruta fue modificada por la construcción de la autovía A-2 en años posteriores) obligaba a parar en pueblos aledaños que podía ver enriquecida su economía local.

La gente de estos pueblos emigró hacia Estados Unidos, Francia, Bélgica y Alemania fuera de la península Ibérica; y a Madrid, Alcalá de Henares, Guadalajara, Zaragoza, Bilbao y Barcelona dentro de las fronteras de España. Pero antes del éxodo rural que se dio en el país a mediados del siglo XX, la gente de estos pueblos ya viajaba a Estados Unidos y a la Guinea Española en busca de trabajo, lo que resultaba un preámbulo a lo que sucedería en décadas posteriores.


EL RENACIMIENTO DE HUERTAPELAYO

Años anteriores de la década de 1980 la gente había ido regresando al pueblo, pocos a residir y los más a pasar períodos vacacionales. Símbolo de la inminente resurrección del pueblo fue el entierro de la abuela Engracia, que reunió a tantos, y la construcción de los puentes para los carriles y del Portillo, una oquedad que permitía el paso de los automóviles a través de un gran peñasco, dándole un encanto todavía más poderoso a Pelayo.

Durante los años posteriores se restauraron algunas fiestas y tradiciones, ya como pedanía de Zaorejas y se formó la Asociación de Hijos y Simpatizantes de Huertapelayo presidida por Bienvenido Villaverde Embid. El renacer de Pelayo fue lento, llegando el alumbrado público en la década de 1990, entrando a formar parte del Parque Natural del Alto Tajo en el año 2000, e instalándose la televisión en el año 2007.

También en 2007 el pueblo acogió la grabación de parte de la película Una palabra tuya, dirigida y escrita por la expresidenta de la Academia de Cine y exministra de Cultura de España, Ángeles González-Sinde. Ésta fue protagonizada por dos actrices de fama nacional: Malena Alterio (célebre por su papel en Aquí no hay quien viva) y Esperanza Pedreño (conocida por su rol en Camera Café). Además, varios pelayos formaron parte de ella, como Basilisa Villaverde.

El año 2018, sin duda, fue un año de cambios. Bienvenido Villaverde pasó a convertirse en alcalde pedáneo y concejal de Huertapelayo en el Ayuntamiento de Zaorejas, siendo ahora el Presidente electo de la Asociación, Enrique Embid. También llegó la cobertura móvil, aunque con algunas carencias para clientes de algunas compañías telefónicas, por lo que algunos ya no necesitaban depender de la señal Wi-Fi local.

Una palabra tuya (2008)


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